viernes, 29 de marzo de 2013

CAPÍTULO 5.



5 1Jerusalén, despójate del vestido
de luto y aflicción
y vístete para siempre
las galas de la gloria que Dios te da,
2envuélvete en el manto de la justicia de Dios
y ponte en la cabeza la diadema
de la gloria del Eterno;
3porque Dios mostrará tu esplendor
a cuantos viven bajo el cielo.
4Dios te dará un nombre para siempre:
«Paz en la Justicia, Gloria en la Piedad».
5Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura,
mira hacia oriente y contempla a tus hijos,
reunidos de oriente y occidente
a la voz del Santo,
gozosos invocando a Dios.
6A pie se marcharon, conducidos por el enemigo,
pero Dios te los traerá con gloria
como llevados en carroza real.
7Dios ha mandado abajarse
a los montes elevados
y a las colinas perpetuas,
ha mandado llenarse a los barrancos
hasta allanar el suelo,
para que Israel camine con seguridad
guiado por la gloria de Dios;
8ha mandado al boscaje
y a los árboles aromáticos
hacer sombra a Israel.
9Porque Dios guiará a Israel
con alegría a la luz de su gloria,
con su justicia y su misericordia.

5,1 Cambiar el vestido simboliza el comienzo de la liberación: Jdt 10,3; Is 52,1. 

5,2 Dios comunica su justicia a Jerusalén: la ha defendido y la restablece en sus derechos.

5,4 La imposición o cambio de nombre es tradicional: Is 1,26; 60,14.18; 62,4.12. El nuevo título juega con el nombre yeru-shalem / shalom y el componente del nombre de sus reyes -sedeq : Paz en la Justicia. El griego theosebeia responde al hebreo "temor / respeto de Dios", sentido religioso. El nombre sintetiza un destino: la ciudad respetará a Dios, y ésa será su gloria; promoverá la justicia, y de ahí brotará la paz. 

5,5 Estaba tendida por el dolor; se levanta para salir de su ensimismamiento y mirar desde la altura. 

5,6 El retorno glorioso transfigura el camino, como en Is 40; 55,12. 

5,7 La gloria de Dios sustituye a la nube y la hoguera del éxodo: Is 40,3s; 35,2.

CAPÍTULO 4.



4 1Es el libro de los mandatos de Dios, la ley de
validez eterna:
los que la guarden vivirán,
los que la abandonen morirán.
2Vuélvete, Jacob, a recibirla,
camina a la claridad
de su resplandor;
3no entregues a otros tu gloria
ni tu dignidad
a un pueblo extranjero.
4¡Dichosos nosotros, Israel,
que conocemos lo que agrada al Señor!
Restauración de Jerusalén
5¡Ánimo, pueblo mío,
que llevas el nombre de Israel!
6Os vendieron a los gentiles,
pero no para ser aniquilados;
por la cólera de Dios contra vosotros
os entregaron a vuestros enemigos,
7porque irritasteis a vuestro Creador
sacrificando a demonios y no a Dios;
8os olvidasteis del Señor eterno,
que os había criado,
y afligisteis a Jerusalén,
que os sustentó.
9Cuando ella vio que el castigo de Dios
os alcanzaba, dijo:
Escuchad, vecinas de Sión.
Dios me ha enviado una pena terrible:
10vi cómo el Eterno
 desterraba a mis hijos e hijas;
11yo los crié con alegría,
los despedí con lágrimas de pena.
12Que nadie se alegre viendo
a esta viuda abandonada de todos.
Si estoy desierta, es por los pecados de mis hijos,
que se apartaron de la ley de Dios.
13No hicieron caso de sus mandatos
ni siguieron la vía de sus preceptos,
no pisaron fielmente
la senda de su instrucción.
14Que se acerquen las vecinas de Sión,
recuerden que el Eterno
llevó cautivos a mis hijos e hijas.
15Les envió un pueblo remoto,
pueblo cruel y de lengua extraña
que no respetaba a los ancianos
ni sentía piedad por los niños;
16arrebataron a la viuda sus hijos queridos,
la dejaron sola y sin hijas.
l7y yo, ¿qué puedo hacer por vosotros?
18Solo el que os envió tales desgracias
os librará del poder enemigo.
19Marchad, hijos, marchad,
mientras yo quedo sola,
20Me he quitado el vestido de la paz,
me he puesto el sayal de suplicante,
gritaré al Eterno toda mi vida.
21¡Ánimo, hijos! Clamad a Dios
para que os libre del poder enemigo.
22yo espero que el Eterno os salvará,
el Santo ya me llena de alegría,
porque muy pronto el Eterno,
vuestro Salvador,
tendrá misericordia de vosotros.
23Si os expulsó entre duelo y llantos,
Dios mismo os devolverá a mí
con gozo y alegría sin término.
24Como hace poco las vecinas de Sión
os vieron marchar cautivos,
así pronto verán la salvación
que Dios os concede,
acompañada de gran gloria
y el esplendor del Eterno.
25Hijos, soportad con entereza el castigo
que Dios os ha enviado;
si tus enemigos te dieron alcance,
muy pronto verás su perdición
y pondrás el pie sobre sus cuellos.
26Mis niños mimados
recorrieron caminos ásperos,
los robó el enemigo como a un rebaño.
27¡Ánimo, hijos, gritad a Dios!
Que el que os castigó
se acordará de vosotros.
28Si un día os empeñasteis en alejaros de Dios,
volveos a buscarlo
con redoblado empeño.
29El que os mandó las desgracias,
os mandará el gozo eterno
de vuestra salvación.
30-¡Ánimo, Jerusalén!
El que te dio su nombre te consuela.
31Malditos los que te hicieron mal
y se alegraron de tu caída,
32malditas las ciudades
que esclavizaron a tus hijos,
maldita la ciudad que los aceptó.
33Como se alegró de tu caída
y disfrutó con tu ruina,
llorará su propia desolación.
34Le quitaré la población
de que se enorgullece
y su arrogancia se convertirá en duelo.
35El Eterno le enviará un fuego
que arderá muchos días,
y la habitarán largos años
los demonios.
36Mira hacia levante, Jerusalén,
contempla el gozo que Dios te envía.
37Ya llegan alegres
los hijos que despediste,
reunidos por la palabra del santo
en oriente y occidente;
ya llegan alegres y dando gloria a Dios.

4,1-2 Pero el autor sigue la identificación de Dt 6,4 Y Eclo 24,23: sabiduría = ley. Ley de vida según el Dt. Ley como luz: Is 2,2-5; Sal 19,9 y Sab 18,4.

4,4 El autor sigue mirando con optimismo a la ley. En lo cual no supera la teología del Deuteronomio: a Dios toca revelarla, al hombre cumplirla. 

4,5-5,9 Después de la confesión de pecados y de invitación a la enmienda, viene el oráculo de salvación y consuelo. Es un poema inspirado de cerca en modelos de Is 40-66, sobre todo por la imagen matrimonial y el estilo de apóstrofe lírico. 

La relación del Señor con el pueblo está vista aquí en imagen familiar. Dios es el padre que ha criado al pueblo (Dt 8,5; Is 1,2). Jerusalén es la madre del pueblo, pues representa a la comunidad en su valor fecundo y acogedor (Is 49; 54; 66,7-14). El Señor es el esposo de Jerusalén, como indican dichos textos y también Is 62,1-9. 

El padre exige respeto (Mal 1 ,6), castiga a los hijos para mejorarlos (Os 11). La madre no puede contenerse (Is 49,15), se deja llevar de la compasión, aunque sus hijos sean la causa de su pesar. La madre, aunque no es culpable, no tiene autoridad para perdonar y restablecer (Sal 130,4); sólo puede exhortar a los hijos e interceder ante el marido. (Compárese con la actitud de Moisés en Nm 11). 

Abandonada del marido, la ciudad se encuentra en la posición social de una viuda sin medios (Is 50,1; 54,4); tampoco la pueden ayudar sus hijos, muertos o desterrados (Is 51,18). A pesar de todo, sigue confiando y esperando. Ya siente la inminencia de la salvación, toda obra de Dios, renovación del antiguo éxodo. 

El profeta se dirige al pueblo 5-8; ella se dirige a sus vecinas 9-16 y a sus hijos 17-29; el profeta se dirige a Jerusalén 4,30-5,9. Jerusalén es el centro geográfico, en torno hay una serie de capitales vecinas, lejos está el destierro o la diáspora. Desde un punto central se contempla un movimiento de ida y vuelta. Pero sólo vuelven israelitas, no acuden paganos. En eso queda lejos de Is 2,2-5 o Zac 8,20-23. 

4,5 "Ánimo": el imperativo griego responde al hebreo "no temas". 

4,6-8 Cita libre de Dt 32,15-18. El título "el Eterno" se repite siete veces en este poema. 

4,9-29 En vísperas de la tragedia, Jerusalén levanta su voz de denuncia e intercesión con el dolor y ternura de una madre. Su discurso es un vaivén de efusiones líricas en primera persona y de consejos apremianteso En el desahogo lírico alternan el recuerdo, el dolor, la esperanza. En varios versos la tragedia se supone consumada. 

4,9 "Vecinas de Sión" son los reinos limítrofes, personificados como un coro de mujeres (cfr. Ez 16,57 23,48). A su gozo maligno se refieren Lam 2,16; Sal 137,7; Abd 11-14. 

4,12 "Viuda" es aquí término sociológico, apto para expresar el abandono de la ciudad (Lam 1,1). Jerusalén no confiesa aquí pecados propios, al contrario de Lam 1,8.9.14.18 etc. 

4,13 El miembro final de la cuaterna es dudoso. 

4,14 La sentencia de muerte ha sido conmutada por el destierro, como en Gn 3. 

4,15-16 Véanse Is 13,16-18; 28,11-13; Lam 4,16. 

4,17 -18 En términos matrimoniales, la mujer no tiene autoridad para deshacer lo hecho por el marido, sólo puede suplicar. En términos militares, a los hijos toca defender a la ciudad, ella sola no puede resistir al enemigo. En la visión teológica, Dios es el protagonista y sigue amando a Jerusalén. 

4,21-22 Los hijos han de corear desde el destierro la súplica, y ella pasará inmediatamente a la esperanza. La ficción poética junta el comienzo del destierro (586) con el alborear de la esperanza (hacia el 550). 

4,22 Sal 126; Is 9; 35. 

4,22-23 El tema de la alegría, con sus variaciones, es más frecuente que el del dolor. Gozo perverso del enemigo (12.31.33), gozo de la madre al criar a sus hijos y al recobrarlos vivos (22.23.36), gozo de los hijos (29.37.5.9). El tema de la alegría, que suena en Is 9 y culmina en Is 35, resuena con fuerza en este libro tardío. 

4,24 Otro tema parejo es la gloria del Señor: acompaña y guía (5,6-7), se comunica e ilumina (5,1.2.9); a través del pueblo se manifiesta a otros (4,24; 5,3). 

4,25 El enemigo, verdugo al servicio de Dios, se arrogó el poder y se excedió en el castigo. Él a su vez sufrirá el castigo correspondiente. Continúa en 31-35. 

4,27 El pueblo lleva un nombre impuesto por Dios: por él Dios se acuerda del pueblo para salvarlo. 

4,28 Is 55,6. 

4,29 Compárese con Sal 51,14. 

4,30 El marido da nombre a la esposa (Is 4,1), el Señor a Jerusalén (Is 60,14; 62,4). 

4,31-35 Destruir al agresor es condición para salvar al agredido. No será una batalla que entable y venza el pueblo, es Dios mismo quien acepta el desafío y lo resuelve a favor de los inocentes. Batalla y derrota tienen valor de juicio en que se aplica la ley del talión. Acumula reminiscencias de Is 13; 24; 34; Jr 50--51 etc.
4,36 Véanse Is 49,18; 60,4; 11,11.

CAPÍTULO 3.



Cuarta parte

3 1Señor todopoderoso, Dios de Israel, un alma afligida y un espíritu abatido gritan a ti. 2Escucha, Señor, ten piedad, porque hemos pecado contra ti. 3Tú reinas por siempre, nosotros morimos para siempre. 4Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha las súplicas de los israelitas que ya murieron y las súplicas de los hijos de los que pecaron contra ti: ellos desobedecieron al Señor, su Dios, y a nosotros nos persiguen las desgracias. 5No te acuerdes de los delitos de nuestros padres, acuérdate hoy de tu brazo y de tu nombre. 6Porque tú
eres el Señor, Dios nuestro, y nosotros te alabamos, Señor. 7Nos infundiste tu temor para que
invocásemos tu nombre y confesáramos en el destierro apartando nuestro corazón de los pecados con que te ofendieron nuestros padres. 8Mira, hoy vivimos en el destierro donde nos dispersaste haciéndonos objeto de burla y maldición, para que paguemos así los delitos de nuestros padres, que se alejaron del Señor, nuestro Dios.

Exhortación sobre la sabiduría

9Escucha, Israel, mandatos de vida;
presta oído para aprender prudencia.
10¿A qué se debe, Israel,
que estés aún en país enemigo,
que envejezcas en tierra extranjera,
11que estés contaminado
entre los muertos y te cuenten
con los habitantes del Abismo?
12-Es que abandonaste la fuente de la sabiduría.
13Si hubieras seguido el camino de Dios,
habitarías en paz para siempre.
14Aprende dónde se encuentra la prudencia,
dónde el valor y dónde la inteligencia;
así aprenderás dónde se encuentra la vida larga,
y dónde la luz de los ojos y la paz.
15-¿Quién encontró su puesto
o entró en sus almacenes?
16¿Dónde están los jefes de las naciones,
los amos de los animales terrestres,
17los que jugaban con las aves del cielo,
los que atesoraban oro y plata,
en que confían los hombres,
y era inmensa su fortuna?
18¿Dónde los orfebres minuciosos
cuyas obras no podemos describir?
19-Desaparecieron, bajando a la tumba
y otros ocuparon sus puestos.
20Una nueva generación vio la luz
y habitó en la tierra,
pero no conocieron
el camino de la inteligencia,
21no descubrieron sus senderos
ni lograron alcanzarla,
y sus hijos se extraviaron.
22No se dejó oír en Canaán
ni se dejó ver en Temán;
23ni los agarenos que buscan
el saber en la tierra,
ni los mercaderes de Meirán y Temán,
que cuentan historias y buscan el saber,
conocieron el camino de la sabiduría
ni recordaron sus senderos*.
26Allí nacieron los gigantes,
famosos en la antigüedad,
corpulentos y aguerridos;
27pero no los eligió Dios ni les mostró el camino
de la inteligencia;
28murieron por su falta de prudencia,
perecieron por falta de reflexión.
29¿Quién subió al cielo para asirla,
quién la bajó de las nubes?
30¿Quién atravesó el mar para encontrarla
y comprarla a precio de oro?
31-Nadie conoce su camino
ni puede rastrear sus sendas.
32EI que todo lo sabe la conoce,
y la examina, y la penetra.
El que creó la tierra para siempre
y la llenó de animales cuadrúpedos;
33envía el rayo y él va,
lo llama y le obedece temblando;
34a los astros, que brillan gozosos
en sus puestos de guardia,
35los llama y responden «¡Presentes!»,
y brillan gozosos para su Creador.
24iQué grande es, Israel, el templo de Dios;
qué vastos son sus dominios!
25ÉI es grande y sin límites,
es sublime y sin medida.
36ÉI es nuestro Dios
y no hay otro frente a él:
37investigó el camino de la inteligencia
y se lo enseñó a su hijo Jacob;
a su amado, Israel.
38Después apareció en el mundo
y vivió entre los hombres.

3,1-8 Reitera los motivos para conmover a Dios y sirve de recapitulación. 

3,1 El título divino suele responder al hebreo Yhwh Sebaot (kyrie pantokrator), título cósmico e histórico. En el extremo opuesto se encuentra la aflicción y desfallecimiento del hombre. 

3,2 Véase Sal 41,5; 27,7: 30,11. 

3,3 El griego apollymenoi (perecemos, morimos), 3s dudoso aquí. Parece responder al hebreo 'bd. Puede significar andar perdidos, vagar = destierro y diáspora; o perecer: como pregunta retórica con el pueblo como sujeto, o como metáfora del destierro (Ez 37,11). 

3,4 De nuevo sobre los muertos. Si se legan los pecados, parece que también se puede acumular un depósito de plegarias, todavía por responder y que se pueden aducir en un plazo dado. También murieron algunos inocentes: ¿no valdrán sus súplicas recordadas, especialmente las dirigidas hacia el futuro? Véase la intercesión de Jeremías en 2 Mac 15,12, idea que no comparte nuestro autor. Algunos, en vez de "muertos", con un cambio vocálico, leen "mortales". 

3,5 Véase Sal 79,8. 

3,7 Según Ex 20,20 o Jr 32,40. Lo importante no es la promulgación de nuevas leyes, sino el cambio interno de la comunidad. 

3,9-4,4 La referencia inicial al destierro puede servir de enlace con lo anterior. El capítulo en su conjunto se inspira en Job 28; Eclo 24 Y Dt 4. En la alternativa entre vida y muerte, bien y mal (Dt 30,15s), que intima la situación del destierro o diáspora y que se ha presentado a la conciencia en el acto penitencial, busca el pueblo una respuesta concreta y se la dan: cumplir los mandamientos o, si no se han cumplido, arrepentirse y enmendarse. Hay que enmendar la vida para salvar la vida; eso es saber vivir y saber para vivir (Dt 4,5s). Arrepentirse es sabiduría (Sal 51,8); enmendarse es enfilar el camino de la sabiduría.
Israel todavía puede volver al buen camino: el de Dios, el de la sabiduría. Aunque sus individuos hayan de morir como hombres, el pueblo seguirá viviendo como pueblo de Dios. Si otros pueblos fracasaron por no encontrar esa sabiduría, Israel fracasó porque, conociéndola, no la siguió.
Atraviesan el capítulo, como dos raíles paralelos.. palabras del campo del conocer y del caminar. El texto actualiza la parénesis del Deuteronomio con marcado estilo sapiencial.

3,9 El comienzo es eco de Dt 4,1.6; 6,4 y de Is 1,2.10. 

3,10-11 "Envejezcas": da a entender que ya pasó una buena etapa en el destierro. Los "muertos" contaminan con su contacto, aun mediato (Lv 16,29; 23,27; Nm 19,11-13; Eclo 35,25). También puede contaminar el país extranjero (Am 7,17); vivir en tierra extranjera es como estar muerto (Ez 37,11). 

3,12 La "fuente de la sabiduría" es Dios. 

3,13 Como el camino que Dios señala por el desierto conduce al reposo de la tierra, así el camino que trazan los mandamientos conduce a la paz (compárese Is 48,18 con 59,8). 

3,14 Correspondencia global de tres virtudes y tres dones. 

3,15 Comienza a describir la gran búsqueda fracasada: se busca una sabiduría que garantice la vida y le dé sentido; la vana tarea ha movilizado a toda clase de hombres. Se imagina la sabiduría en términos espaciales: como un tesoro oculto, en un paraje ignorado, al término de un camino desconocido. Trasladando 24-25, obtenemos una serie coherente definida por inclusión menor de 15 y 31. 

3,16-28 Para mostrar el fracaso de los hombres, incluidos los maestros, el autor menciona varias generaciones, diversas actividades, varias regiones o pueblos. Los hombres han buscado la sabiduría: por medio del poder y el mando, con las riquezas, con el trabajo artesano, con la guerra, investigando y trasmitiendo. La serie tiene un alcance general. Se podría leer como crítica del ideal salomónico. En el contexto de una diáspora tardía se tiñe de alusiones polémicas: los mperios -persa, seléucida- por el poder, los Macabeos por las armas, el comercio internacional, la filosofía griega. Por tratarse de tareas fundamentales del hombre, también nosotros podemos leerlo en nuestro horizonte: poder político, económico, militar, tecnológico no constituyen al homo sapiens. 

3,16 Poder sobre hombres (Eclo 10,4s) y sobre animales (Gn 1; Sal 8). 

3,17 Jugar con las aves (Job 40,29). Riquezas: Dt 17,17; Sal 49,7; Prov 11,28 etc. 

3,18 Artesanías: compárese con Eclo 38,24-34. 

3,22 Los cananeos fueron maestros de los hebreos en la literatura, según testimonios documentales. 

3,23 Los belicosos agarenos son mencionados en 2 Cr 5,20-22 y Sal 83,7. De los mercaderes beduinos habla Job 6,9. 

• Los vv. 24 y 25 detrás del v. 35.

3,26-28 Se refiere a los gigantes que perecieron en el diluvio (Gn 6,4). Véanse también Nm 13,32; Dt 2,10s; Eclo 16,7. 

3,29-30 Adaptación de Dt 30,11-13: sustituye precepto por sabiduría y afirmación por negación. Quizá encierre una polémica oblicua contra especulaciones apocalípticas. 

3,32-35 Dios demuestra que posee la sabiduría con su actividad creadora y su dominio sobre la creación. Su soberanía se concentra en tres zonas o esferas: los animales en la tierra, los astros en el cielo, la luz o el rayo comunicando a ambos. 

3,24 Es dudosa la interpretación. Se pueden leer los dos miembros como complementarios: templo = cielo, dominios = tierra (Sal 24,1). O bien como sinónimos: casa y dominios son el universo. 

3,25 También es dudoso, porque el griego no cambia de sujeto. Si se refiere a los dominios, el verso pondera las dimensiones ilimitadas del universo. Puede muy bien referirse a Dios, inmenso y eterno (1 Re 8,27; Sal 139; Eclo 43,28). 

3,36 Ese Dios es el Dios de Israel (Jr 10, 1-16). 

3,37 Lo que el hombre no puede adquirir ni comprar, Dios se lo regala; lo que no puede encontrar, Dios se lo enseña. La verdadera sabiduría es revelación, que recibe y aprende el pueblo escogido (Dt 4,6).

3,38 Una vez comunicada, la sabiduría comienza a vivir en la tierra: es la idea de Prov 8,31 y Eclo 24,12. No es extraño que muchos Padres de la Iglesia hayan leído este verso en clave cristológica, apoyados en 1 Cor 1,24.

CAPÍTULO 2.



2 1Por eso el Señor cumplió las amenazas que había pronunciado contra nosotros, nuestros gobernantes que gobernaban a Israel, nuestros reyes y contra israelitas y judíos. 2Jamás sucedió bajo el cielo lo que sucedió en Jerusalén -según lo escrito en la Ley de Moisés-, 3que entre nosotros hubo quien se comió a su hijo y a su hija; 4el Señor los sometió a todos los reinos vecinos, dejó desolado su territorio, haciéndolos objeto de burla y baldón para los pueblos a la redonda donde los dispersó.
5Fueron vasallos y no señores, porque habíamos pecado contra nuestro Dios, desoyendo su voz.
6El Señor, nuestro Dios, es justo; a nosotros nos abruma hoy la vergüenza. 7Todas las amenazas que el Señor había pronunciado han caído sobre nosotros; 8con todo, no aplacamos al Señor convirtiéndonos de nuestra actitud perversa. 9Por eso el Señor estuvo vigilando para enviamos las desgracias amenazadas.
10El Señor fue justo en todo lo que dispuso contra nosotros, porque nosotros no le obedecimos poniendo por obra lo que nos había mandado.

Segunda parte

11Pero ahora, Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo de Egipto con mano fuerte, con signos y prodigios, con brazo alzado y fuerza incontrastable, cobrándote fama que dura hasta
hoy: 12nosotros hemos pecado, Señor, Dios nuestro; hemos cometido crímenes y delitos contra todos tus mandamientos; 13aparta de nosotros tu cólera, que quedamos muy pocos en las naciones donde nos has dispersado.
14Escucha, Señor, nuestras oraciones y súplicas, líbranos por tu honor, haz que ganemos el favor de los que nos deportaron; 15para que conozca todo el mundo que tú eres el Señor, nuestro Dios, que has dado tu nombre a Israel y a su descendencia.
16Mira, Señor, desde tu santa morada y fíjate en nosotros; inclina, Señor, tu oído y escucha;
17abre los ojos y mira: los muertos en la tumba, con sus cuerpos ya sin vida, no pueden cantar tu gloria y tu justicia; 18mientras que el ánimo profundamente afligido, el que camina encorvado y desfallecido, los ojos que se apagan, el estómago hambriento reconocerán tu honor y tu justicia, Señor.

Tercera parte

19Nuestras súplicas no se apoyan en los derechos de nuestros padres y reyes, Señor, Dios nuestro. 20Tú has descargado tu ira y tu cólera sobre nosotros, como lo habías amenzado por tus siervos, los profetas, que gritaban: 21«Así dice el Señor: Doblad los hombros, someteos al rey de Babilonia y viviréis en la tierra que di a vuestros padres. 22Si desobedecéis al Señor y no os sometéis al rey de Babilonia, 23jaré de las poblaciones de Judá y de las calles de Jerusalén la voz alegre y gozosa, la voz del novio y la voz de la novia, y el país quedará desierto, sin habitantes». 24y como no obedecimos sometiéndonos al rey de Babilonia, cumpliste todas las amenazas pronunciadas por tus siervos los profetas: se sacaron de las tumbas los huesos de nuestros reyes y antepasados, 25y quedaron expuestos al calor del día y al frío de la noche. Ellos murieron de diversas calamidades, de hambre, de peste y a espada. 26y por la maldad de Israel y de Judá, la casa que llevaba tu nombre ha llegado a ser lo que es hoy.
27Tú, Señor, Dios nuestro, nos habías tratado según tu inmensa piedad y compasión; 28tú hablaste por Moisés, tu siervo, cuando le mandaste escribir tu Ley en presencia de Israel: 29«Si no me obedecéis, esa inmensa multitud quedará reducida a unos pocos, en medio de los pueblos donde los dispersaré. 30Sé que no me van a obedecer, porque son un pueblo terco; con todo, en el destierro se convertirán, 31y reconocerán que yo soy el Señor, su Dios; entonces les daré oídos y mente dóciles, 32en su destierro me alabarán e invocarán mi nombre, 33se arrepentirán de su contumacia y de su mala conducta, recordando cómo sus padres pecaron contra el Señor. 34Entonces los traeré de nuevo a la tierra que con juramento prometí a sus padres, Abrahán, Isaac y Jacob, y la poseerán; los haré crecer y no menguarán; 351es daré una alianza eterna: seré su Dios y ellos serán mi pueblo, y no volveré a expulsar a mi pueblo Israel de la tierra que les di».

2,1 Israelitas y judíos representan a los dos reinos del cisma. 

2,4 Los reinos vecinos se distinguen de los grandes imperios. 

2,6-9 Dios no ha obrado contra sus compromisos, pues la sanción constaba desde el principio: es inocente. Ha diferido la ejecución de la sentencia y ofrecido la posibilidad de aplacarlo: es inocente. Ha exhortado y dado tiempo para la conversión: es inocente. 

2,11-18 La súplica de perdón invoca los motivos tradicionales: la primera liberación, la desgracia presente, el honor y fama de Dios, la contrición humilde, las consecuencias entre propios y extraños. Véanse. Ex 32; Nm 14; Sal 44 y 74. Gracia y favor se oponen a cólera. Dios puede mostrar su favor: apartando o mitigando su cólera, y transformando la crueldad del enemigo en compasión y favor. 

2,11 La liberación de Egipto es un acto público que pone en juego el prestigio y fama del Señor. 

2,13 Un pueblo escaso es desgraciado y redunda en deshonor de su Dios. 

2,15 Fórmula típica de Ezequiel. 

2,16 La morada del cielo, según 1 Re 8,29-49. 

2,17-18 Los muertos ya no forman parte del pueblo, no participan en la liturgia de alabanza (Is 38,18s; Sal 88,11-13), no pueden arrepentirse y glorificar su misericordia, no pueden reconocer la justicia de Dios, han legado a sus descendientes una herencia de delitos. 

2,19-35 Esta sección está dominada por la presencia de Jeremías y de Moisés, el profeta inmediato al destierro, el legislador y profeta de la fundación. Entre los dos abarcan la historia de la alianza, hasta el momento del destierro, que es el horizonte literario de la plegaria. El destierro es el castigo merecido y anunciado. 

La evocación de Jeremías define el pecado concreto del pueblo: desobedecer al no someterse al vasallaje. Al rebelarse contra el monarca babilonio, se acarrearon un castigo mayor. Fue un proceso dialéctico, que acabó cumpliendo el anuncio de Jeremías al no cumplir la invitación de Jeremías. Entonces ¿no hay esperanza? -Sí la hay, y para inculcarla se remonta al momento fundacional. He aquí la paradoja: el Señor pronunció una amenaza ... y la cumplió; había pronunciado una promesa ... y la cumplirá. 

2,19 Los "derechos" son la justicia del hombre en sus relaciones con Dios. Como no ha cumplido sus compromisos, no puede alegar derechos. 

2,21-23 Composición de versos de Jeremías: 27,11s y 7,34; con resonancias de 25, 10; 28,14; 34,22 etc. 

2,24-25 Según Jr 8,1; 36,30. 

2,28 Según Ex 24,4; 34,27; Dt 5,22; 31,24. 

2,29-33 Compuesto principalmente de elementos de Lv 26 y Dt 30. 

2,29 Según Dt 28,62 

2,31 Según Dt 29,3; cfr. Jr 5,21. 

2,34 Jr 24,6; 30,19. 

2,35 Según Jr 31,31-33. Citando el nuevo pacto indestructible, la plegaria alcanza la cumbre de la esperanza, sin perderse en especulaciones temporales al estilo apocalíptico. Más que restauración es instauración de algo nuevo.